En pleno siglo XXI todos somos ya conscientes de la contaminación del aire de las grandes ciudades europeas, y del mundo en general, especialmente por las emisiones de los automóviles. Esto afecta a las personas que viven o trabajan en el centro de las urbes de distintos modos. Directamente aumentando el riesgo de enfermedades de todo tipo, e indirectamente afectando a la sensibilidad ante las alergias al polen y a otras materias vegetales.

Se cree que dicho incremento de la sensibilidad alérgica está muy relacionado con cómo afecta el dióxido de nitrógeno a nuestra flora, haciéndola menos eficaz a las reacciones de nuestro organismo frente a cuerpos extraños. Este componente es un contaminante atmosférico cuyas fuentes fundamentales son el tráfico rodado y las emisiones de determinadas industrias y de calefacciones de carbón. Esto representa un negativo impacto de enfermedades respiratorias sobre la población.  

En definitiva, las emisiones contaminantes que se cuelan en nuestros hogares y oficinas están afectando a nuestra calidad de vida. Pero si este problema es preocupante, ahora y desde hace unos años con las partículas indeseables tan presentes en nuestro día a día, la necesidad de respirar aire limpio se ha vuelto casi imperiosa. Por eso, muchas personas están empezando a tomarse en serio el elegir un filtrador de aire.

Qué es un filtrador de aire

En esencia, tiene los principios físicos de una aspiradora, pues absorbe el aire por un extremo y lo suelta por otro, no sin antes hacerlo pasar por una serie de filtros que retienen los elementos de menor o mayor tamaño, especialmente el polvo y partículas en suspensión, así como ácaros y esporas.

Para ello, se utilizan principalmente filtros HEPA (del inglés “High Efficiency Particle Arresting”, o “atrapado de partículas de alta eficiencia”), que pueden retener la mayoría de las partículas no deseables.

Éstos están formados por mallas de fibras de celulosa o fibra de vidrio dispuestas al azar y tiene una capacidad de atrapar el 99.9% de micropartículas, como polvo. De este modo, el aire que sale filtrado lo hace libre de estas partículas más pequeñas, lo que es ideal para ayudar a alérgicos.

Del número de filtros en los equipos filtradores dependerá su calidad y precio, pudiendo sumar filtros de carbón activado para retener compuestos orgánicos tóxicos que pueda contener el aire, compuestos cicloaromáticos, derivados del benceno, éter, aldehídos, etc.

También la potencia que tengan estos dispositivos incide en el precio, ya que pueden oscilar entre los 100 vatios, que sería una bombilla potente, y los 1.000 vatios, más cercanos al consumo de una bomba de calor.

Una de sus ventajas es que puede limpiar con eficacia y relativa rapidez el aire de un salón o una habitación, lo que es muy útil para posibles alérgicos y personas con problemas respiratorios. Además, los filtradores de aire permiten, en general, una mayor calidad del descanso y eliminar malos olores domésticos y compuestos tóxicos del aire. Algunos, incluso, simultanean funciones de calentamiento en invierno y de ventilación en verano.